La medusa melena de león ártica, que posee la condición de medusa más grande del mundo, quedó inmortalizada en el cuento la Aventura de la Melena de León, de Sir Arthur Conan Doyle, como parte de El Archivo de Sherlock Holmes, tales son las historias y leyendas que se derivan de este invertebrado.
Entre esos mitos se citan los de un grupo de pescadores que la representan como un monstruo de más de 6 metros de diámetro, cuyos tentáculos alcanzan los 100 metros de largo, a pesar de que lo frecuente es que midan alrededor de 3 metros y tenga tentáculos de hasta 30 metros de largo.
De acuerdo con las estadísticas, la medusa melena de león más grande que se conoce fue avistada en 1870 en las costas de Massachusetts con una umbrela de 2.3 metros de diámetro y unos tentáculos de 36.5 metros de longitud.
Características de la melena de león
Cual si fuera el rey de la selva, tiene este tipo de medusa una gran melena donde se cobijan pequeñas especies marinas que son inmunes a sus toxinas, tal es la protección que encuentran en esa “cabellera”.
Como es común en los depredadores, cuando un cuerpo que le aporta nutrientes -desde peces hasta otras medusas- entra en contacto con sus tentáculos automáticamente segregan un potente veneno y provoca una parálisis, sobre todo en los músculos que facilitan la respiración del organismo, por lo cual la presa muere sofocada, generalmente.
Posee unos tentáculos que forman su melena y varían en tamaño y color (carmesí, púrpura y amarillo), agrupados en 8 racimos que pueden llegar a 60 o 70 metros de longitud.
¿Cómo se reproducen?
En los meses de verano y otoño es cuando las medusas melena de león ártica se reproducen de manera sexual y asexual, porque están dotadas para producir tanto óvulos como espermatozoides por sí solas.
De la gran cantidad de que emergen, solamente sobrevive menos de la mitad tras el nacimiento, debido entre otras causas a la carencia de nutrientes y la temperatura del agua.
No existen programas de instituciones que velen por su conservación.
¿Cuál es su hábitat?
A pesar de su nombre común, esta medusa no habita exclusivamente el mar Ártico, también puede encontrarse en el Atlántico y en la región norte del Pacífico y se ha comprobado que aquellas que viven en el norte son mayores que las del sur.
Vive en una zona denominada abisal o abisopelágica, que no es más que un nivel del espacio oceánico ubicado entre 3.000 y 6.000 metros de profundidad, donde nada libremente en el referido espacio caracterizado por la poca presencia de nutrientes, la frialdad y carencia de luz solar.
Sus largos y traslúcidos, casi invisibles, tentáculos les sirven como la herramienta perfecta para alcanzar a sus presas y proveerse así de alimento.
Los investigadores afirman que cuando la medusa melena de león está envejecida tiende a acercarse a aguas menos profundas.
¿Cómo se comportan?
Como es común en los depredadores, cuando un cuerpo entra en contacto con sus tentáculos automáticamente segregan un potente veneno y provoca una parálisis, sobre todo en los músculos que facilitan la respiración del organismo, por lo cual la presa muere sofocada, generalmente.
Sin embargo, como resulta limitada la zona donde se desplazan no pueden hacer largas persecuciones y aprovechan la facilidad que les aportan sus largos tentáculos para capturar sus nutrientes.
Se mueven en posición vertical y menos en la horizontal, no son fáciles de ser vistas por los humanos debido a que habitan lejos de la costa, en zonas profundas, de ahí que resulte poco probable el contacto del hombre con ellas, aunque si ocurriera pudiera tener en algunos casos consecuencias fatales si inoculan mucha cantidad de veneno, de lo contrario solamente provocarán dolor, erupciones, picazón y ardor.
En el 2010, unas 150 personas sufrieron picaduras por los restos de una medusa melena de león ártica que se había despedazado en innumerables trozos en Rye, Estados Unidos.