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Reproducción de los osos

reproducción de los osos
Los osos se hallan entre los mamíferos menos reproductivos de América del Norte. Teóricamente, imaginemos que un macho y una hembra de oso negro nacen en una data determinada, desde entonces (si se reproducen tan pronto como alcancen la madurez sexual y suponiendo que todas y cada una su crías subsistan para regresar a reproducirse) van a poder, en un espacio de diez años, haber aumentado su población a quince ejemplares (asumiendo que ninguno de ellos murió).

En el caso de los osos pardos, estos son todavía menos reproductivos: en diez años, una pareja de esta especie solo va a poder acrecentar su número a 8 ejemplares. En comparación y para hacernos una idea, dos corzos de cola blanca podría generar más de mil cuatrocientos descendientes en exactamente el mismo plazo de tiempo.

Vida solitaria de los osos

Por norma general, los osos viven un modo de vida solitario, aunque pueden ser vistos en conjunto a lo largo de la época de apareamiento. La edad promedio a fin de que un oso negro pueda reproducir se ubica a los treinta y cinco años de edad, y para los osos pardos es de unos cuarenta y cinco años. Los machos alcanzan la madurez sexual más o menos a exactamente la misma edad que su contraparte femenina.

Si bien estos osos jóvenes van a poder ser capaces de tener descendencia a los 3 o bien 4 años de edad, pocas veces consiguen tener esta ocasión debido a la intensa competencia de otros machos de mayor edad y tamaño. Los osos más grandes en un conjunto acostumbran a ser los reproductores más fecundos. En este sentido, los machos no son los únicos que presentan un comportamiento promiscuo, en tanto que las hembras pueden aparearse con más de un compañero.

Temporada de reproducción

La temporada de reproducción empieza a lo largo del mes de mayo y dura hasta principios de julio, siendo el mes de junio el más frecuente para los apareamientos. La implantación de los óvulos fertilizados (llamados blastocitos) se retrasa hasta el inicio del otoño. Si la hembra no amontonó suficiente peso anatómico o bien grasa a lo largo del verano y una parte del otoño, los embriones no se adhieren a la pared del útero, perdiendo la posibilidad de quedar encinta.

Por otro lado, los cachorros nacen a principios de los meses de enero y febrero. El número de la camada fluctúa entre uno y 6, dependiendo de la especie y las condiciones del hábitat circundante. Los cachorros consiguen pesar una décima una parte de los que pesa un bebé humano, y por norma general nacen ciegos. Cuando han salido del útero procurarán su camino cara los pezones de la madre, donde se nutrirán de leche y medrarán hasta la primavera.

Crías de osos

Por su parte, las madres tienden a ser cariñosas, protectoras, dedicadas, estrictas, sensibles y atentas con sus cachorros, criándolos hasta la edad en que puedan subsistir por su cuenta. Dependiendo de la disponibilidad de los comestibles, las madres (sobre todo en los ejemplares pardos) van a poder sostenerse al lado de sus pequeños a lo largo de un segundo (aun un tercer) año.

Para bastantes personas resulta un espectáculo doloroso y desgarrador el ver a la madre separarse de sus pequeños cachorros. Estos van a mostrar una actitud de sofocación y temor, al paso que las madres rechazarán contumazmente cualquier pretensión por parte de ellos de regresar.

Solos y frágiles, los hermanos continuarán juntos por norma general a lo largo de cierto tiempo tras la partida, llegando a dormir, comer y convivir juntos. Normalmente, los machos van a viajar largas distancias para establecer un nuevo territorio, al paso que las hembras tienden a ocupar un nuevo dominio dentro, o bien lindante al de su madre.

Apareamiento de los osos

Dos ejemplares del sexo opuesto van a poder pasar múltiples días de cortejo ya antes de aparearse totalmente. En un inicio, un macho rastrea a su pareja potencial desde la distancia, oliendo su madriguera y su orina con la pretensión de examinar qué tan receptiva es. Al principio, la hembra aceptará una actitud huidiza, más con el tiempo dejará que el macho se acerque poco a poco más.

Si siente temor (los machos son grandes y potencialmente peligrosos), va a poder cargar contra él o bien evadirlo con sus patas, en especial si se trata de su primera vez. Los machos no habitúan a tomar represalias por esta actitud, sino se toman su tiempo. Cuando el contacto se establece por último, los osos se empujan y muerden la cabeza y el cuello, e inclusive pueden combatir entre ellos.

Osos en celo

Si bien la hembra se halle en celo a lo largo de un número de semanas dado, solo dejará que un macho la monte cuando se halle más receptiva, esto es a lo largo del periodo de 3 a 5 días o bien temporada de celo. En la etapa de apareamiento, los machos y las hembras se vuelven prácticamente inseparables, apareándose en reiteradas ocasiones a lo largo de los días siguientes.

El acto en sí se repite en muchas ocasiones, y si bien la consumación apenas dura unos pocos segundos, la pareja continúa junta (a veces separándose para forcejar o bien morderse) hasta el próximo encuentro. La cópula generalmente toma de veinte a treinta minutos, si bien puede perdurar hasta una hora o bien más.

Las hembras en esto son perseguidas habitualmente durante más de un ejemplar macho. Si otro contrincante llega a lo largo del ritual de cortejo, los machos van a poder retarse unos a otros por el dominio o bien batallar en ciertas situaciones.

Cortejo de los osos

A lo largo de la primavera, cuando los machos itinerantes empiezan a seducir a las hembras en edad reproductiva, las madres se ven obligadas a romper la unidad de la familia, en interés de resguardar a sus crías de infanticidio. El infanticidio entre los osos es natural mas con rarísimas ocurrencias. Ciertos osos que hallan a las hembras con cachorros van a poder matar a estos con tal de comenzar el periodo de celo de la hembra y copularla.

En los ejemplares pardos, las madres son muy protectoras de sus crías y lucharán cruelmente contra cualquier extraño. En general en los osos, la responsabilidad de los machos acaba con la cópula, en tanto que no participan en la crianza de sus hijos.